Sick In the Head.


Perro.

Solo
la panza hecha un nudo
de ligas
Y tu cara
en recurrencia incesante
Solo
con la fiebre de más
siempre más
(m+á+s)
Más más más
y algo
más
Solo
el cuerpo llorando
El día
Solo
y la almohada
tramando maquinaciones
Osando
ponerse al brinco
con la casualidad
hijadetodasuputaperramadre
de mente
demente
que tengo...

Alazati

Poste de Avenida Azúcar.

Situación enteógena es mirar a un faro de luz que en velocidad máxima se acerca a tu rostro. La lluvia es poética y la oscuridad que enmarca un óvalo rodeándote, mientras en cuclillas colocas las manos frente a tu rostro tratando de extender tus brazos y evitar que la luz te empape como quien protege un niño de mojarse, pensando que con la fuerza de los brazos detienes a la lámina veloz que se avalanza sobre de tí. Con la misma fuerza con la que le dí un abrazo antes de irme ese día, con la misma fuerza al abrazarle cuando estábamos dormidos y esa misma fuerza de jalarle un brazo para volverle a mí y entregarle un papel que más que un papel era un paso para empezar una vida que ahora en el asfalto me sitúa a perderla.

Siento un dolor molesto en el pecho, parecido al de aferrarse a un objeto con algún extremo sobresaliente y que se recargue en tu carne y te haga sentir dolor. Enterrarse un palito en el pecho y que la opresión incremente la sensación. Pero ganó más el sentimiento de sentirme poste en medio de la Avenida, preciso antes de la vuelta hacia Tasqueña, estaba yo: un poste de carne y hueso.

Me siento Kesey, queriendo mostrarles que escribiendo detengo a una Grand Rover que se abalanza sobre mí y que con letras convenceré a la física para que mi cuerpo resista el embiste y yo sea el que se mantenga intacto. Como si mis letras convencieran a los médicos de que hay un cerebro que no sólo se estudia, sino que siente y que busca que le expliquen qué es lo que vive y por qué es que lo vive. Con las mismas palabras con que intentaba convencerte de que los dos somos humanos y que todos cometemos errores y que ni los míos y ni los tuyos fueron más grandes del uno o del otro. Y con mis letras explicar por qué me siento como pedazo de metal clavado en la vía pública, que se empapa, se deteriora y se mantiene firme sin que nadie le pregunte si quiere estar ahí.

El dolor en el pecho de nuevo y esta vez, la máquina que corría veloz, con su luz demandante me toca los dedos. Oigo mi nombre y despierto. Estoy en una camilla, en un Hospital. Son las 5:46 de la mañana y me encuentro en la Sala de Urgencias. Me explican que, de nuevo ocurrió.

A las 7 am, con la lluvia, el tráfico, la voz de mi madre explicándole a quien sabe quién por teléfono imita a quien susurra para no incomodar con sus palabras a quien cerca está y yo ignoro todo, por que me siento como ese poste, cruzando Viaducto, el que tiene una abolladura y manchas de óxido, pero que hasta a estas horas sigue prendido y nadie le preguntó qué hacía ahí.

Bisquets con mermelada en vasito, café quemado y Portugal.

Ella cruda, él inquieto y yo in mutis.

La mesera seria, dura y almidonada. El lugar no lleno, no vacío, no fuerte, pero no en silencio.

La calle soleada, la calle afuera y yo transitado, adentro, en sombra.

Ella cruda, chilaquiles, café con leche, café quemado, chilaquil gratinado.
Él en su mente, con tomate arenoso rebanado, carne brillosa grasosa y café con leche en vaso.
Yo, con bisquets calientes, mal cortados, bisquets pálidos con mermelada en vasito desechable.

Los tres con un demonio, que desayuna tarde y que hace ruido al comer, que no se sacia y no usa servilletas. Un demonio que se mete en conversaciones ajenas, conversaciones con la pareja, con los amigos, en un chat, en un whatsapp, en unos comentarios para el restaurant, en una conversación con uno mismo.

Sale la cuenta, salen muchos billetes y cambio, sale la almidonada, salimos los tres, salimos a las computadoras, salimos al YouTube, salimos en cámara de Mac; salimos al Zócalo y el demonio se quedó adentro, paseando por Madero, paseando por Isabel La Católica y paseando en Metro.


Ella con botas, él con nuevo trabajo y yo internado.
El demonio pensando y Portugal en 0.

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